Las últimas dos semanas han sido muy activas en el escenario de emprendimiento en nuestro país, pero de todos los eventos destaca el realizado del 18 al 24 de noviembre: la Global Entrepreneurship Week.
Durante una
semana, simultáneamente 138 países llevan a cabo actividades relacionadas con
la promoción, educación y lanzamiento de actividades de emprendimiento e
innovación en lo que se ha convertido en la celebración más grande de y para
Emprendedores.
En el caso
de México, la GEW 2013 tuvo como sedes diferentes universidades con una agenda
temática por día que abordó desde el emprendimiento femenino hasta las
tendencias en emprendimiento tecnológico y actividades para fomentar la
creatividad y la innovación en niños.
Este cúmulo
de actividades nos hace comprobar, nuevamente, que emprender está de moda, pero
es una moda que debe tomarse con seriedad. A través de las experiencias de
instituciones y organismos dedicados al apoyo a emprendedores, los asistentes a
las conferencias y talleres conocieron y aprendieron las miles de oportunidades
que existen actualmente para desarrollar negocios propios. Sin duda, lo
más interesante siempre es escuchar las experiencias de los emprendedores que
se han animado a abrir sus propias empresas, muchas veces con todo en contra.
La tónica
del evento envió un mensaje claro: la creación y desarrollo de empresas es
factible y posible, aún bajo las circunstancias más adversas. Pero los
discursos motivacionales y las historias de éxito no deben ocultar el hecho de
que emprender requiere dedicación, esfuerzo, sacrificio. En una palabra: resiliencia,
definida como la capacidad de afrontar la adversidad y lograr adaptarse.
Y esta
cualidad es una característica que encontramos en todos los grandes
emprendedores a lo largo de la historia. Algunas veces se expresa en
tenacidad, otras veces en la habilidad para sobreponerse rápidamente al
fracaso, pero en todos los casos es lo que permite al emprendedor llevar a cabo
sus planes y triunfar; La resiliencia es producto de conductas y formas de pensar
que permiten a la gente crecer y desarrollarse utilizando las circunstancias a
su favor, y no a pesar de ellas.
En términos
de emprendimiento, esta importante cualidad se traduce en un set de habilidades
y características que ayudan al emprendedor a salir adelante en una actividad
difícil, retadora y muchas veces cuestionada:
• Permite
conocer sus competencias y confiar en sus capacidades.
• Les
permite crear lazos empáticos con el medio en el que se desarrollan (capacidad
de identificar mejor las necesidades de su entorno e identificar oportunidades
de negocio, relaciones y retos).
• Los hace
capaces de identificar los obstáculos y las circunstancias que conllevan para
no repetir los mismos errores en otras ocasiones.
• Los ayuda
a mantenerse calmados y en control en las crisis, impidiendo que pierdan el
foco, controlen sus impulsos y conducta en situaciones de alta presión
(habilidades de inteligencia emocional).
• Son
altamente realistas, pero no pierden el optimismo, poseen una visión positiva
del futuro sin dejarse llevar por fantasías, incrementando las oportunidades de
mantener el control en sus vidas (creen firmemente que son el arquitecto de su
propio destino)
Estas habilidades permiten el
desarrollo de emprendedores más profesionales, para los que la creación y el
desarrollo de empresas sea una actividad placentera y retadora, pero sobre
todo, planeada y profesionalizada, incrementando las probabilidades de éxito de
las nuevas empresas.
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