En México existen más de 5
millones de unidades económicas, de las que el 93% son microempresas; de esos
4.8 millones de micronegocios, sólo 1.3 millones están formalizados; es decir,
en nuestro país operan 3.5 millones de negocios en la informalidad. ¿Qué
provoca esta situación? ¿Es el pago de impuestos el principal inhibidor? ¿Es
una característica que ya tenemos en nuestro ADN?
Los micronegocios pertenecen
a la minoría de los microempresarios en México, pues la mayoría ha preferido o
se ha visto orillado a permanecer en la economía subterránea. Los principales
factores que alimentan esta informalidad podemos agruparlos en tres:
Corrupción. Existe una red
de coyotes, gestores, inspectores y demás personajes que -supuestamente- al
amparo de reglamentos y leyes recomiendan a los negocios mantener un estatus
donde se puedan evitar trámites burocráticos y al mismo tiempo operar por
pequeñas cantidades -dígase mordidas. Este factor es un híbrido que permanece entre
la autoridad y la sociedad: son lacras que viven de la extorsión y que no
necesariamente pertenecen al gobierno.
La creencia de que la
formalidad es más cara. Existen estudios tanto oficiales como privados que
demuestran que mantenerse en la informalidad resulta -contrario a la creencia
general- más oneroso; esto es porque las mordidas y una débil posición
negociadora ante clientes y proveedores resultan más caras (mucho más) que
pagar impuestos.
Programa de regularización
insuficiente. El gobierno ha empezado ya a dar los primeros pasos para
simplificar la apertura de un negocio e incluso ha señalado que los trámites y
los días invertidos se han reducido significativamente. El siguiente paso
(urgente por cierto) es evidenciar cuáles son los beneficios de formalizarse:
no sólo buscar que los nuevos emprendimientos lo hagan, sino establecer un
programa de regularización dirigido a esos 3.5 millones. Sin duda, un esfuerzo
que redundará para ambas partes.
Independientemente de los
factores anteriores, existen tres razones para que formalices tu negocio; las
tres, relacionadas con hacer crecer tu PyME:
Más ganancias. Un negocio
formal logra mejores condiciones de precio con proveedores y también puede
vender más caro su producto. Un negocio informal cumple cabalmente con la regla
de la mediocridad: comprar caro y vender barato. La confianza de tratar con una
persona se refleja en la manera que lo tratamos: lo mismo sucede con los
negocios.
Menos costos subterráneos.
Formalizarse eliminará automáticamente las mordidas y los pagos excesivos por
otros productos y servicios; por ejemplo, podrás obtener créditos con mayor
facilidad y a menor costo, así como productos y servicios dirigidos a las
PyMEs, como soluciones de tecnología de información (computadoras y programas
para tu negocio), o vehículos de transporte, entre muchos otros.
Profesionalización. Dar ese
pequeño gran paso con la autoridad significa también dirigirse hacia el camino
de la profesionalización. Una vez que has constitutuído tu PyME, ya sea como
Persona Física con Actividad Empresarial (PFAE), ya sea como Persona Moral
(PM), estás listo para convertirte en un profesional de tu actividad: las
acciones son muchas, pero la primera es separar tu finanzas personales de las
de tu negocio. Inicia con esto y verás cómo los resultados empezarán a notarse
en tu bolsillo (en ambos).
En resumen, la formalización
tiene beneficios tangibles para tu negocio que se traducirá en más ganancias;
adicionalmente una formalización importante de las microempresas en el país
reducirá los espacios de corrupción y con ellos la desaparición paulatina de
parásitos que viven de extorsionar a millones de negocios mexicanos.
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