El liderazgo es uno de los rasgos de la personalidad que suelen ser más
valorados hoy en día. Ser “más líder” o
convertirse en uno parece el deseo de muchos pero el “logro” de pocos y
esto ha “posicionado” el concepto de liderazgo como un sinónimo de prestigio
que refleja múltiples características positivas, hábitos y capacidades que
distinguen a una persona de muchas otras.
En general, un líder es alguien diferente, no porque busque ser
diferente, sino porque gracias a sus actitudes y aptitudes sobresale del grupo
de personas entre las que se desenvuelve. Es aquí cuya claridad, voluntad y
determinación lo ponen en una posición para hacer trascender una visión
personal e influir positivamente en el comportamiento de los demás.
Analizar el concepto de liderazgo puede hacerse desde diversas
perspectivas. Sin embargo, considero que las dos principales para analizar son
la construcción del líder desde adentro y la proyección de éste hacia afuera.
La construcción de un líder desde adentro implica centrarse en los
hábitos, rasgos de personalidad, habilidades y competencias que lo hacen ser
quien es. Y entonces encontramos la eterna pregunta: ¿El líder nace o se hace?
Creo que la respuesta es más bien es más bien una combinación de ambas. Todas
las personas nacemos con ciertos atributos, cualidades y competencias que se
traducen en aptitudes que nos permiten tener mayor facilidad y destacar en
ciertos ámbitos de nuestro entorno. También es cierto que las personas vamos
desarrollando con el tiempo actitudes que modelan nuestro comportamiento hacia
los eventos y actividades que hacemos día a día.
La proyección de un líder hacia afuera, se centra en cómo éste traduce
su visión, determinación, actitudes y aptitudes para influir positivamente en
los demás. Aquí se trata de proyectar, compartir e influir en los demás a
partir de las cualidades que conforman su persona y lo hacen destacar,
brindando una sensación de seguridad en los demás.
Para analizar las características importantes del liderazgo desde
adentro, comenzaré por recalcar que el elemento principal del liderazgo es la
persona misma. A continuación, enumero 5 características importantes para
desarrollar el liderazgo personal, como punto de partida:
1. Toma una dirección y mantén el rumbo
¿Cómo vas a llegar, si no sabes a dónde vas? Saber lo que quieres, cómo
y cuándo lo quieres es fundamental para poderlo alcanzar. La medida en la que
seamos capaces de visualizar nuestros anhelos, corresponde a la fuerza y
claridad con la que los alcanzaremos. La voluntad y la determinación son los
dos ingredientes clave que potencian la dirección y dan rumbo el rumbo para
lograr las cosas.
Todas las actividades que llevamos a cabo siempre tienen un qué, un
cómo y un porqué. La mayor parte de la gente sabe siempre qué es lo que hace
(trabajar, barrer, lavar, dormir). También hay mucha gente que conoce el cómo
se hacen las cosas (entre más se conoce el cómo hacer las cosas, más se destaca
con relación a los que saben menos). Sin embargo hay pocas gentes que saben el
porqué. El porqué es el verdadero motor que impulsa al cómo y al qué. En la
medida en la que estemos más conscientes de nuestros “porqués”, podremos
trabajar más en nuestras causas y no en las de alguien más.
3. Enfócate en tus fuerzas y habilidades
Todos tenemos fuerzas y debilidades. En lugar de estar tratando de
tapar y corregir los defectos que tienes. Enfoca esa energía y atención en
maximizar tus rasgos fuertes. Definitivamente y por mucho, será más efectivo
para hacer un cambio positivo en tu vida.
Aprender es siempre esencial. No sólo se trata de buscar recetas
instantáneas que nos digan cómo hacer mejor “x” cosa. La disposición de
aprender de uno mismo es mucho muy efectiva para encontrar los porqués y los
nuevos rumbos que nos hagan mejores personas.
5. No temas a los errores
Equivocarse es parte de la vida. Todos cometemos errores. El secreto
está en aprender de éstos y convertirlos en conocimiento que nos ayude a ser
mejores.