Bienvenido.
Has decidido iniciar la aventura de emprender tu propio negocio. Crees tener
esa idea ganadora que cambiará el mercado y la convicción corre por tus venas.
Pero si bien es cierto que el éxito de tu proyecto depende en gran medida de la
novedad de tu oferta y de tu empuje, también es esencial que trabajes con una
metodología eficiente que te ayude a desarrollar un verdadero negocio.
Si partes
desde cero, las opciones son muchas. Y como dicen los expertos, “no hace falta
inventar el hilo negro”. Puedes tomar varios caminos, ya sea una invención
original, una mejora o un producto aumentado, nuevos métodos de distribución o
atender a los mercados insatisfechos.
O, como
sugiere Jorge de la Torre, director de Relaciones Institucionales de Santander
Universidades (que cada año organiza el Premio Santander a la Innovación
Empresarial), puedes acercarte a los espacios de incubación, otra de las
herramientas para generar nuevos conceptos.
Sea cual
sea tu caso, Maurice Levy, consultor especialista y académico de la Facultad de
Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México Norte, recomienda seguir
la fórmula de “primero investigar si tu idea ya existe, el potencial que tiene
tu producto o servicio y el factor de diferenciación que puedes ofrecer”.
Por su
parte, Oscar Fonseca, director de Emprendimiento del Instituto Tecnológico de
Estudios Superiores de Monterrey (Itesm), campus Ciudad de México, invita a
atreverse y pensar libremente. “De entrada hay que olvidar que tu idea pueda
ser costosa; el dinero no debe ser un problema aunque suele convertirse en el
principal freno”.
Muchas
ideas brillantes se quedan en teoría si no se llevan a un documento, advierte
De la Torre. “No basta con creérsela. Para ver un sueño hecho realidad hay que
planear y hacer un análisis técnico financiero, un plan de negocios concreto y
completo, así como proyecciones de ventas”.
Por su
parte, Fonseca propone el modelo del Dr. Luis Miguel Beristain, del Itesm, que
considera analizar el tamaño de la oportunidad, estudiar la estructura de la
competencia y, en caso de que se trate de un consumible, aplicar la llamada
“prueba fantástica”, es decir, vender un prototipo rápido (económico) como si
ya existiera tu compañía.
“A partir
de la reacción de los clientes puedes adaptarlo y volverlo más atractivo y
vendible hasta empatar el problema con la solución”, explica. Una vez consumada
una propuesta, Levy insiste en registrarla legalmente para permitir su
crecimiento.
Del laboratorio a la ecoempresa
Biodimex
es una empresa mexicana que surgió de las aulas del Instituto Politécnico
Nacional (IPN) de la visión de Jonatan Hernández, Miguel Ángel González y Luisa
Villalobos, recién egresados de la carrera de Ingeniería Química Industrial.
Todo
inició a raíz de una conferencia de Petróleos Mexicanos (Pemex). “El ponente
invitó al auditorio a formar una empresa de biocombustibles. Nos llamó la
atención porque en ese campo hay mucha demanda, pero poca oferta”, narra Miguel
Ángel.
Asumido
el reto, los jóvenes hicieron la investigación (lo que les tomó un año) y
tomaron cursos de desarrollo y competitividad empresarial en el IPN. Así
descubrieron que la planta de ricino o “higuerilla” –una maleza no comestible
que crece en zonas marginales de buena parte del país–, era idónea para el
proyecto. Por medio de un catalizador químico que no requiere agua, obtienen su
aceite y reducen drásticamente el costo y el tiempo de producción, lo que
representa enormes avances técnicos y sustentables con respecto del biodiésel
tradicional. “Aunque la tecnología de este combustible ya existe, nuestra
propuesta es diferente porque se trata de un biocombustible avanzado”, destaca
Luisa.
Su
invento, el Biodinox, está diseñado para flotillas de automotores diésel. Aunque
es un poco más caro que el diésel tradicional ($14/litro), “a diferencia del
biodiésel, nuestro producto no requiere ser mezclado con diésel convencional,
pues no oxida los tanques de combustible; ahorra 12% en consumo y aumenta la
vida de los motores,” detalla Jonatan.
La
creación de los jóvenes ingenieros es además 40% más barata que el biodiésel y
no contiene azufre.
Como emite 15% menos de gases de combustión, exenta a los
usuarios del programa Hoy No Circula. Al reunir estos y otros beneficios, la
idea se volvió rentable y prosperó.
Hoy,
Biodimex se encuentra en trámites para patentar su sistema. A la fecha han
producido en laboratorio unos 40,000 litros de Biodinox utilizados con éxito
por vehículos del IPN, atrayendo la atención de grandes corporativos como
Imperquimia y FEMSA.
Tu hobby, tu negocio
La idea
que estás buscando para emprender puede ser incluso eso que más te gusta hacer.
Ese fue el caso de Carlos Mondragón, quien llevó su afición por los videojuegos
a la posibilidad de crearlos él mismo. “Juego desde los cuatro años. A los 12
aprendí a programar gracias a Internet e hice mi primer juego. A los 14 hacía
diseño Web y ya en la carrera, desarrollaba software junto con dos amigos. Pero
ante un mercado muy competido decidimos retomar la idea de los videojuegos”,
repasa Carlos, quien estudió Ingeniería en Sistemas Computacionales en el
Tecnológico de Monterrey.
Para 2009
se convirtió en cofundador y director de IKI Gaming (www.ikigaming.com),
empresa orientada a desarrollos para Facebook y smartphones. Los amigos
comenzaron diseñando juegos por encargo, lo que les permitió financiar
proyectos propios. En 2010 lanzaron CaveTown, basado en las plataformas de
Zynga, autores del popular Farm Ville.
Aunque
sólo tenía seis días en línea, el juego fue un inmediato éxito internacional, y
ésta compañía los contactó. “Pensé que me querían demandar pero para mi
sorpresa, nos hacían una oferta de compra en millones de dólares. No les
vendí”, reflexiona Carlos desde Silicon Valley, donde ha sabido integrarse al
ecosistema de emprendedores e inversionistas en la meca de la tecnología
mundial. Entre otros videojuegos, IKI Gaming desarrolló Love Story, Vida Tec y
Mexicracia, que incluso llegó al número uno en descargas en la App Store de
iPhone y iPad en junio pasado.
Ante un
inversionista, la mejor idea puede chocar con una pregunta clave: ¿dónde está
tu negocio? Y es que el mejor proyecto en papel puede no resultar un proyecto
rentable. Por eso, debes seguir una metodología efectiva que te permita cubrir
todos los aspectos del negocio para aumentar tus posibilidades de éxito. Aun
así, si no resulta como esperabas, no te desanimes, siempre puedes volver a
empezar. “A veces nos obsesionamos con algo y de pronto hay que cambiarlo,
abandonarlo o intentar otra cosa. El emprendedor es la materia prima de la
idea, no al revés”, asegura Fonseca.
Carlos
Mondragón coincide y opina que nunca se está en el momento ideal para intentar
algo, pero hay que hacerlo aunque falles. “Las ideas no valen por sí mismas, lo
que cuenta es la ejecución. Hay que ser buen estratega, aprovechar las
oportunidades y compartir tu conocimiento y aprendizaje. Sólo así llegarás al
siguiente nivel”, concluye el empresario.
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