martes, 20 de agosto de 2013

De la idea al negocio


Bienvenido. Has decidido iniciar la aventura de emprender tu propio negocio. Crees tener esa idea ganadora que cambiará el mercado y la convicción corre por tus venas. Pero si bien es cierto que el éxito de tu proyecto depende en gran medida de la novedad de tu oferta y de tu empuje, también es esencial que trabajes con una metodología eficiente que te ayude a desarrollar un verdadero negocio.

Si partes desde cero, las opciones son muchas. Y como dicen los expertos, “no hace falta inventar el hilo negro”. Puedes tomar varios caminos, ya sea una invención original, una mejora o un producto aumentado, nuevos métodos de distribución o atender a los mercados insatisfechos.

O, como sugiere Jorge de la Torre, director de Relaciones Institucionales de Santander Universidades (que cada año organiza el Premio Santander a la Innovación Empresarial), puedes acercarte a los espacios de incubación, otra de las herramientas para generar nuevos conceptos.

Sea cual sea tu caso, Maurice Levy, consultor especialista y académico de la Facultad de Economía y Negocios de la Universidad Anáhuac México Norte, recomienda seguir la fórmula de “primero investigar si tu idea ya existe, el potencial que tiene tu producto o servicio y el factor de diferenciación que puedes ofrecer”.

Por su parte, Oscar Fonseca, director de Emprendimiento del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Monterrey (Itesm), campus Ciudad de México, invita a atreverse y pensar libremente. “De entrada hay que olvidar que tu idea pueda ser costosa; el dinero no debe ser un problema aunque suele convertirse en el principal freno”.

Muchas ideas brillantes se quedan en teoría si no se llevan a un documento, advierte De la Torre. “No basta con creérsela. Para ver un sueño hecho realidad hay que planear y hacer un análisis técnico financiero, un plan de negocios concreto y completo, así como proyecciones de ventas”.

Por su parte, Fonseca propone el modelo del Dr. Luis Miguel Beristain, del Itesm, que considera analizar el tamaño de la oportunidad, estudiar la estructura de la competencia y, en caso de que se trate de un consumible, aplicar la llamada “prueba fantástica”, es decir, vender un prototipo rápido (económico) como si ya existiera tu compañía.

“A partir de la reacción de los clientes puedes adaptarlo y volverlo más atractivo y vendible hasta empatar el problema con la solución”, explica. Una vez consumada una propuesta, Levy insiste en registrarla legalmente para permitir su crecimiento.

Del laboratorio a la ecoempresa

Biodimex es una empresa mexicana que surgió de las aulas del Instituto Politécnico Nacional (IPN) de la visión de Jonatan Hernández, Miguel Ángel González y Luisa Villalobos, recién egresados de la carrera de Ingeniería Química Industrial.

Todo inició a raíz de una conferencia de Petróleos Mexicanos (Pemex). “El ponente invitó al auditorio a formar una empresa de biocombustibles. Nos llamó la atención porque en ese campo hay mucha demanda, pero poca oferta”, narra Miguel Ángel.

Asumido el reto, los jóvenes hicieron la investigación (lo que les tomó un año) y tomaron cursos de desarrollo y competitividad empresarial en el IPN. Así descubrieron que la planta de ricino o “higuerilla” –una maleza no comestible que crece en zonas marginales de buena parte del país–, era idónea para el proyecto. Por medio de un catalizador químico que no requiere agua, obtienen su aceite y reducen drásticamente el costo y el tiempo de producción, lo que representa enormes avances técnicos y sustentables con respecto del biodiésel tradicional. “Aunque la tecnología de este combustible ya existe, nuestra propuesta es diferente porque se trata de un biocombustible avanzado”, destaca Luisa.

Su invento, el Biodinox, está diseñado para flotillas de automotores diésel. Aunque es un poco más caro que el diésel tradicional ($14/litro), “a diferencia del biodiésel, nuestro producto no requiere ser mezclado con diésel convencional, pues no oxida los tanques de combustible; ahorra 12% en consumo y aumenta la vida de los motores,” detalla Jonatan.

La creación de los jóvenes ingenieros es además 40% más barata que el biodiésel y no contiene azufre.
Como emite 15% menos de gases de combustión, exenta a los usuarios del programa Hoy No Circula. Al reunir estos y otros beneficios, la idea se volvió rentable y prosperó.

Hoy, Biodimex se encuentra en trámites para patentar su sistema. A la fecha han producido en laboratorio unos 40,000 litros de Biodinox utilizados con éxito por vehículos del IPN, atrayendo la atención de grandes corporativos como Imperquimia y FEMSA.

Tu hobby, tu negocio

La idea que estás buscando para emprender puede ser incluso eso que más te gusta hacer. Ese fue el caso de Carlos Mondragón, quien llevó su afición por los videojuegos a la posibilidad de crearlos él mismo. “Juego desde los cuatro años. A los 12 aprendí a programar gracias a Internet e hice mi primer juego. A los 14 hacía diseño Web y ya en la carrera, desarrollaba software junto con dos amigos. Pero ante un mercado muy competido decidimos retomar la idea de los videojuegos”, repasa Carlos, quien estudió Ingeniería en Sistemas Computacionales en el Tecnológico de Monterrey.
Para 2009 se convirtió en cofundador y director de IKI Gaming (www.ikigaming.com), empresa orientada a desarrollos para Facebook y smartphones. Los amigos comenzaron diseñando juegos por encargo, lo que les permitió financiar proyectos propios. En 2010 lanzaron CaveTown, basado en las plataformas de Zynga, autores del popular Farm Ville.

Aunque sólo tenía seis días en línea, el juego fue un inmediato éxito internacional, y ésta compañía los contactó. “Pensé que me querían demandar pero para mi sorpresa, nos hacían una oferta de compra en millones de dólares. No les vendí”, reflexiona Carlos desde Silicon Valley, donde ha sabido integrarse al ecosistema de emprendedores e inversionistas en la meca de la tecnología mundial. Entre otros videojuegos, IKI Gaming desarrolló Love Story, Vida Tec y Mexicracia, que incluso llegó al número uno en descargas en la App Store de iPhone y iPad en junio pasado.

Ante un inversionista, la mejor idea puede chocar con una pregunta clave: ¿dónde está tu negocio? Y es que el mejor proyecto en papel puede no resultar un proyecto rentable. Por eso, debes seguir una metodología efectiva que te permita cubrir todos los aspectos del negocio para aumentar tus posibilidades de éxito. Aun así, si no resulta como esperabas, no te desanimes, siempre puedes volver a empezar. “A veces nos obsesionamos con algo y de pronto hay que cambiarlo, abandonarlo o intentar otra cosa. El emprendedor es la materia prima de la idea, no al revés”, asegura Fonseca.


Carlos Mondragón coincide y opina que nunca se está en el momento ideal para intentar algo, pero hay que hacerlo aunque falles. “Las ideas no valen por sí mismas, lo que cuenta es la ejecución. Hay que ser buen estratega, aprovechar las oportunidades y compartir tu conocimiento y aprendizaje. Sólo así llegarás al siguiente nivel”, concluye el empresario.

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